Ahu Tahai, el mejor atardecer en compañía de los moáis
Es el complejo más grande e interesante a poca distancia desde Hanga Roa, la principal y única ciudad que hay en Isla de Pascua. Personalmente creo que es el mejor lugar para comenzar a empaparse de la cultura Rapa-Nui y ver los primeros moáis del viaje. Igualmente es el rincón más apropiado para no perderse un solo atardecer, puesto que uno puede obtener esa visión idílica del Sol enterrándose a espaldas de una fila de moáis que se recorta levemente en el horizonte.
Ahu Tahai (recordemos Ahu significa “altar”) es un complejo arqueológico en sí mismo con dos plataformas de moáis (una con cinco y otra con uno solo, pero de los más bellos en Rapa Nui), sin olvidarse de otras construcciones en piedra que pudieron tener que ver con la vida en la aldea y con cierta simbología ceremonial.
El primer altar, el principal, nos muestra cinco moáis en distintos estados de conservación, estando en mejor estado el de la izquierda y menguando hasta llegar a la derecha, que es apenas un resto de lo que fue en su origen. El mar queda a sus espaldas, como en la mayoría de los moáis de la isla, que se encuentran en la costa, supuestamente mirando de cara a donde estuviera la aldea.
El segundo altar posee un espigado moái (Ko Te Riku) con un moño de piedra roja conocido como Pukao y con la particularidad de ser el único de toda la isla que posee ojos. En su origen se cree que todas las cuencas de los ojos de los moáis estaban rellenas de coral, pero sólo a este se le ha repuesto para comprobar cómo quedaba y utilizarlo en escenas de la película dirigida por Kevin Reinolds en 1994 (Rapa Nui). Su mirada se pierde en el cielo, en esas estrellas que por las noches iluminan por sí solas toda esta isla perdida en el Océano Pacífico.
Para las fotos lo mejor es ir por la mañana, saltarse las horas centrales del día y regresar sin excusa para la puesta del Sol. Es el mejor regalo con el que culminar un día en Isla de Pascua y dar las gracias por estar presenciando semejante espectáculo.
Lo mejor de todo es que queda a 10 minutos caminando desde Hanga Roa. No tiene pérdida y merece mucho la pena.


