El paseo del arte
Pasear sin prisas por la bella Soria es un placer que no mucha gente ha disfrutado. Gozar de una ciudad moderna y actual, que no ha dejado atrás su pasado histórico y artístico, que nos echa al camino sus joyas y sus virtudes, que alterna la juventud de sus estudiantes con la sabiduría de sus mayores en una mezcla perfecta y encantadora es una experiencia que obligatoriamente debemos vivir.
Y sin lugar a dudas, el imán que atrae a todos los paseantes de la ciudad, ya sean propios o extraños, es la exquisita Alameda de Cervantes.
Junto al siempre ajetreado paseo del Espolón, este parque que se abre en forma de cuña a la Plaza de Granados, se va ensanchando hasta conseguir un tamaño considerable que invita al paseo y al disfrute de este pulmón verde en medio de la ya de por sí tranquila ciudad.
Como una tela de araña, sus caminos y senderos van tejiendo una red que nos conduce de uno a otro periodo histórico de la ciudad, mostrándonos la belleza gótica de la Ermita de la Soledad a la que acuden los sorianos para rezar a su Cristo del Humilladero, el árbol de la música ( que no es el original ya que el viejo olmo murió de grafiosis) roble que sostiene un templete donde aún se interpretan piezas musicales en determinadas ocasiones, varios bustos a ilustres sorianos como Mariano Granados o Francisco García Muñoz o la preciosa Fuente del Campo.
Según nos dicen los sorianos con los que nos cruzamos, siempre amables y orgullosos de poder mostrar su ciudad a los visitantes, en primavera, la pradera superior se engalana con las fragantes rosas que encuentran en la antigua dehesa un hábitat perfecto.
Por eso nos prometemos que la próxima vez que volvamos a Soria será en primavera, ya que si bajo la nieve es hermosa, debe lucir como el oro bajo el sol primaveral.


