Sentir la vida tradicional del campo japonés
Al sur de la ciudad de Hida Takayama se encuentra uno de los puntos, a mi modo de ver, más interesantes de la zona: la aldea-museo tradicional (a veces aparece traducida como aldea folklórica) de Hida no sato.
Esta aldea nos muestra la vida tradicional en la zona de los Alpes japoneses hasta no hace mucho tiempo. Se han reconstruido un gran número de granjas de la zona. Bueno, más bien algunas se han trasladado pieza a pieza hasta allí, para de esta manera mostrar una imagen de cómo eran las condiciones de vida en la región.
Las explicaciones de cada casa / lugar están tanto en japonés como en inglés, así que se puede entender sin problemas.
Para llegar, lo mejor es coger el autobús, ya que aunque en el mapa parece que está cerca, al final la distancia es bastante grande. El autobús es el número 1 y la parada está según sales de la estación de tren, a la izquierda. Lo mejor es confirmar con el conductor que se va a Hida no Sato.
Una vez en la aldea museo, se paga la entrada son 700 yenes (unos 7 euros) con la que te entregan un plano con las diferentes rutas que se pueden hacer y nada, a disfrutar.
Nada más entrar hay un precioso lago, que si en pleno verano era bonito de ver, en otoño con sus colores o en invierno con la nieve, debe ser ya espectacular.
Además, puedes llevar sombrillas de papel típicas japonesas para hacer la visita, que dado el calor que hacía el día que fuimos nos vinieron genial.
La aldea no son solo los edificios, sino también multitud de detalles sobre cómo era la vida en un pueblo tradicional de la zona, como juguetes, campos de arroz, templos…todo ello muy interesante de ver.
Se puede pasar a todos los edificios, como siempre quitándose las zapatillas. Y la verdad que es una experiencia genial curiosear en cada una de ellas, ya que en muchas hasta se puede subir a su planta superior. En cualquier caso, pese a su aspecto entrañable, no hay que quitarse de la cabeza que en muchas de ellas vivían 30-40 personas, sin habitaciones propias y compartiendo un fuego central que literalmente dejaba todo ahumado. Lo bueno es que esa sensación es muy real, ya que todos los fuegos están encendidos y se puede literalmente “respirar” esa atmósfera.
Lo dicho, un lugar muy recomendable de visitar a la vez que instructivo y excelentemente conservado.
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