Precioso.
Según atraviesas el valle en coche, Ansó resalta en la falda de la montaña, con su enorme iglesia parroquial de San Pedro (merece la pena visitar su interior) y es uno de esos pueblos que han mantenido su esencia a lo largo del tiempo y están perfectamente conservados, así que pasear por ellos tiene mucho encanto.
Os recomiendo que subáis a la carretera de arriba para disfrutar de las vistas. No hay un mirador propiamente dicho, pero de verdad que merece la pena.