Roberto Gonzalez
Sabor sevillano
Un autentico hotel con encanto. Y no sólo como establecimiento hotelero, sino también por su arquitectura y localización.
Y es que no puede ser más sevillano. Lo es tanto, que se lo encuentra uno, por casualidad, mientras pasea, perdido, por el dédalo de calles que conforman el barrio de Santa Cruz.
La entrada, por ejemplo, pequeña y casi invisible, no nos da una idea de lo grande y espacioso que resulta ser luego el hotel.
Un patio realmente espectacular, como pocos que he visto, nos recibe. Cuajado de flores en balconadas, que resultan ser los pasillos de las habitaciones, perfectamente restaurados y cuidados.
La casona del siglo XVI, resplandece después de unas obras de restauración que duraron cinco años. Pero ha valido la pena, ya que el el patio es un auténtico y encantador oasis de paz en pleno centro histórico de Sevilla, con el aliciente de albergar el Jardín de las Tapas, que presenta, para propios y extraños, una cuidada selección de tapas andaluzas y estupendas combinaciones como la "Chicotá", una fuente con jamón ibérico de Jabugo, queso viejo y chacinas serrana; otra con gambas cocidas; otra más con langostinos salteados con setas y arroz frito y otra fuente más con una fritura variada de pescaíto sevillano. Los precios son más que correctos y la calidad y sabor realmente buenos.
El hotel se divide en 18 "casas", grandes y decoradas con todo detalle y mimo por conocidos interioristas andaluces, en formato habitación standard y suite.
Las zonas comunes se desplazan a la azotea, donde hay un enorme jacuzzi con unas vistas de Sevilla realmente envidiables.
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