Roberto Gonzalez
La Playa de Beatriz
Mudo de admiración me quedé cuando mi amiga Beatriz González, viajera empedernida y la mejor anfitriona del mundo, me llevó a ver su playa, a dos pasos de su preciosa casa en Sa Rápita.
Digo su playa, porque ella la considera así, suya. Y no es difícil apropiarse de su hermosura, de su nívea y limpia arena, de la transparencia de sus aguas, de su aire marinero y al mismo tiempo solitario, casi exclusivo.
Con un poco más de un kilómetro de largo, este arenal de aguas tranquilas e invitadoras al baño, es un oasis para todo el que la visita, sobre todo si lleva muchos kilómetros y cansancio a la espalda, como nuestro caso.
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