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10 opiniones sobre Assilah

Encaramada sobre colosales murallas y...

Encaramada sobre colosales murallas y custodiada por herrumbrados cañones, la antigua Asilah parece un gran nido de gaviotas rodeado de mar. Es cierto que hay dos Asilah; la del mes de agosto es bella aunque distante, como si no pudiera ser ella misma bajo la invasión de marroquíes acomodados y extranjeros que disfrutan de sus callejuelas, sus casas encaladas, sus patios, sus sofisticadas galerías de arte y las buenas playas de alrededor. Pero si tienes la ocasión de conocerla durante el resto del año, Asilah te mostrará su alma de pueblo pequeño y tranquilo y te hechizará.
Influenciada por los musulmanes que durante los siglos XIV y XV emigraron de España, la Medina de Asilah es blanca nívea como los pueblos de Andalucía. Claro que aquí y allá tiene preciosos toques de verdes, celestes y turquesas que no hacen más que realzar su belleza.

Las tardes a lo largo de las murallas de Asilah son inolvidables. En la bahía reparada duermen las barcas del humilde puerto pesquero; hacia el sur golpean las olas y el viento trae olor a salitre y mar. La vieja atalaya, solitaria y oscura frente al salvaje Atlántico, sirve de refugio a los hombres que con oscuras chilabas se reúnen a fumar ‘kif’.
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Assilah, un pueblo marroquí con mucha magia.

Assilah es una de esas joyas que no te puedes perder si andas por Marruecos, hablamos de un pueblo con mucho encanto, una ciudad situada en una llanura junto a una colina que bordea el océano atlántico a 46 kilómetros de Tanger, siendo el turismo y la pesca sus principales ingresos.

Desde Tanger en grand taxi se tardan aproximadamente unos 45 minutos y el coste puede ser de entre unos 200 dirhams.

El marroquí en Assilah es muy tranquilo y amigable no como en las grandes ciudades que suele ser muy insistente en querer ganarse unos dírhams con el turista.

La limpieza de la medina es una de las características que más llaman la atención cuando llegas, quizás no tan acostumbrado a ésta limpieza en otras medinas del país, siempre dos mujeres incansables uniformadas con una bata azul y un sombrero de paja se recorren el interior de la medina con un cepillo de barrer eliminando todo rastro de basura.


En Assilah se palpa una importante vocación artística, entre los pintores que venden sus cuadros a lo largo de las calles de la medina, como algunas paredes que reflejan auténticas obras de arte.
Las calles de la medina conducen a un mirador donde poder contemplar parte de la costa de Assilah, el amurallado de la medina construido por Alfonso V de Portugal, un cementerio musulmán y el mausoleo de Sidi Ahmed El Mansur.

Las murallas que rodean la medina fueron construidas en el siglo XV, en el interior casas en su gran mayoría de color blanco y azul contrastan con paredes llenas de color, pintadas por verdaderos artistas que le dan un toque de magia a éste lugar.

Se ha podido determinar gracias a restos arqueológicos que éste pueblo costero fue visitado por los fenicios y griegos, y posteriormente por los cartagineses, con quienes la ciudad gozó de un alto estatus gracias al comercio, llegando a disponer de su propia moneda. Más tarde sería ocupada por los romanos en el siglo I a.C., hasta que en el año 712 fue conquistada por los árabes y por fin bautizada como Assilah, convirtiéndose en un importante enclave comercial por su privilegiada situación.

Años después, concretamente en el 1578 el monarca portugués Sebastián I, llegó con su ejército a la ciudad con la intención de conquistar Marruecos, sin embargo éste fue derrotado, tras la muerte del rey portugués, la ciudad pasó a manos de la corona española transformándose en una importante fortaleza entre los siglos XV y XVI. En 1691 fue de nuevo reconquistada por Mulay Ismail haciendo que Assilah entonces volviese al poder de los saidies. Mientras tanto, la ciudad sufrió daños a causa de los continuos bombardeos de la armada española.

Un destino ideal para el turismo cultural, en verano destacan principalmente sus festivales culturales internacionales, creando el ambiente propicio para atraer hasta la ciudad a un turismo muy definido.

Al mismo tiempo, muchas de las casas de la medina se han comenzado a alquilar para veranear o son propiedad de extranjeros. La presencia española se manifiesta en la arquitectura y el urbanismo de la nueva ciudad.

Si recorres a fondo el pueblo te darás cuenta que no faltan mercados, tanto dentro de la medina como fuera encontraras diversidad comercial, dentro de la medina los puestos comerciales están destinados al turista, en su gran mayoría se dedican a la venta de artesanías, en cambio si sales de la medina podrás conocer más en profundidad las costumbres del país, observando como trabajan los residentes en mercados destinados especialmente a la alimentación, exponiendo los animales vivos, especialmente abunda las jaulas llenas de pollos.

Comer en Assilah es realmente cómodo debido a la variedad de restaurantes que figuran en la entrada de la medina, desde el clásico restaurante de la zona hasta a restaurantes regentados por españoles, como el Casa Pepe; restaurantes en los que puedes comer en la terraza, disfrutar en la sombra provocada por una agradecida sombrilla mientras ves la vida del pueblo pasar por delante de tus ojos.

No podían faltar los paseos en camello en sus costas vírgenes, un paseo que recorre las orillas de sus playas, un momento foto ideal.

Assilah es otro de los muchos lugares de Marruecos donde puedes hacerte un tatuaje de henna en buenas manos, trazos artísticos dibujados en tu piel que tardan en borrarse unos catorce días.
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Información Assilah