Si hay algo que me gusta son los atardeceres en la playa!!!
Luego de haber recorrido los diferentes y bellísimos espacios del Palacio de la Magdalena y, vista ya su playa antes de ingresar, decidí detenerme un poco más al regresar para observarla. Me asomé a un cerco de rojas hojas otoñales que formaban una ventana y pude ver que la misma enmarcaba un trozo del mar azul.
Continué andando por la empedrada acera cercada y descubrí una arena surcada por huellas de jeep de playa, un árbol casi “desplumado” de follaje verde y flores lilas que dejaban ver el mar y el cielo casi de una misma tonalidad de grises azulados y cada tanto una nube como espuma blanca. El sol cayendo en picada sobre el horizonte de ondulados cerros y altos montes. Algunas casas, algún que otro osado bañista arrojándose al agua y lo eternos caminantes andando por la playa. Un perro desorientado en una playa en que están prohibidos y el manso oleaje besando las orillas.