Diseño sencillo y relajante
El Atrium es el típico hotel en el cual entro y digo "quiero una casa así".
Todo el diseño interior del hotel está basado en la sencillez y es tan poco recargado que instantáneamente me transmite sensación de tranquilidad.
Emmanuelle nos atendió nada más llegar y fue de lo más agradable con nosotros. Nos dio unas habitaciones fantásticas que siguen la línea de diseño que tanto me gusta de éste lugar.
Teníamos varias habitaciones y cada una de ellas con un juego de sillones diferente, un detalle que me pareció interesante. Mi habitación fue la 105, que tiene unos sillones de cuero viejo gastado geniales.
Los pasillos están decorados con cuadros que están a la venta y algunos son realmente buenos, particularmente uno en una de las habitaciones, es tan vivo que tuve que hacerle algunas fotos para tenerlo.
Un detalle importante es el tema del wifi, en todo el hotel, y gratuito. Algo que me parece esencial a día de hoy.
Y las zonas comunes son otra pasada, lugares perfectos para estar charlando tranquilamente mientras tomas algo con tus amigos o antes de cenar.
El restaurante que tienen está justo dando en la zona de la recepción, la atención es exquisita, y la variedad de platos bastante acertada. Mención especial a los postres, la leche frita compite sinceramente con la de mi madre.


