Ayutthaya

Destaca exclusivamente por sus ruinas y templos.
La ciudad en si no presenta ningún atractivo, pero los numerosos complejos históricos de la ciudad presentan grandes edificios jemeres que, aunque no tan bien conservados como los de Sukhotai, ayudan a entender e imaginar cómo era y cómo se vivía en la antigua cultura Tailandesa.
Existe un bono para entrar a diferentes monumentos (100 batts) que vale la pena comprar.
Se debe visitar obligatoriamente el complejo histórico central (Wat Phra Si Sanphet y Wat Phra Mahathat) en el que se encuentra la imagen mas fotografiada de Ayutthaya, una cabeza de un Buda atrapada bajo las raíces de un gran arbol, el templo del buda reclinado (no recuerdo el nombre pero es uno de los lugares más conocidos por el Buda Reclinado de 17 metros) y Wat Chai Wattanara, un templo un poco alejado del centro (es imprescindible llegar en bicicleta, tuk-tuk...) pero realmente bien conservado y espectacular de ver, especialmente durante la puesta de sol (de allí es la foto que os dejo).

Solo hacía un día y medio que había llegado a Bangkok, cuando la chica del guesthouse donde estaba durmiendo me pregunto donde era mi siguiente estación. Ayutthaya.
Así, que entre en el sky train, cambié al metro y después llegué a Hua Lamphong, la estación de tren. Compre el billete por 15 baths, nada. Eso sí, 2 horas o más, no las calcule. No entendía, que vía era donde salía mi tren. Todos te quieren ayudar y no se si es que no entienden ni su propio idioma. Pero a esas sonrisas no se les puede decir que no. Al final, encontré mi vía de tren. El tren como no, tarde. Pero yo disfrutando del entorno. Era como transportarme a otra época más lejana y romántica. La verdad, que es una experiencia inolvidable. Las conversaciones con los thai, la comida que venden en el tren. El sitio reservado para los monjes. Y el paisaje.