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Bañarse en un onsen

Tokyo, Japón Dirección

1 opinión sobre Bañarse en un onsen

Una experiencia relajante

Entre las muchas cosas que llevaba apuntadas en la lista de "qué hacer en Japón", una de ellas era visitar un onsen. O lo que es lo mismo, un baño termal japonés. Había leído al respecto y aunque tenía mis dudas, si tantos japones disfrutan de ellos, no puede ser nada malo.

El problema vino cuando la idea de ir a alguno con bonitas vistas o en un lugar singular tuvimos que desestimarla. Mi pareja tiene un tatuaje casi imposible de tapar con un apósito. Y las personas tatuadas no son bien recibidas en los onsen, ya que los tatuajes se relacionan con los yakuza, la mafia japonesa.

Así que me olvidé del tema hasta que llegamos a Takayama y descubrí que nuestro hotel tenía un onsen. Así que decidí que mientras ella se quedaba leyendo por la noche, yo me iba a animar a probar esos baños termales que combaten la artritis y exfolian la piel.


En mi caso la experiencia comenzó en la habitación. Allí teníamos a nuestra disposición kimonos y zapatillas que podíamos utilizar para estar en la habitación o bajar al onsen. Me quité toda la ropa, me enfundé en aquella bata japonesa y puse rumbo al onsen. Lo más gracioso fue cruzarme con un montón de japoneses en el lobby del hotel vestidos igual, o bien rumbo al baño o recién salidos de él.

Confieso que iba un poco perdido. Sabía que allí nada de bañador, un onsen no es una piscina, uno no va allí a nadar, solo a reunirse con amigos y a disfrutar de los beneficios de esas aguas. El pudor occidental hizo acto de presencia, reconozco que me dio un poco de apuro cuando entré en la sala que precede al baño y asumí que tenía que despojarme de toda lo que llevaba puesto. Coloqué todo en una cesta y como vine al mundo me fui hacia los baños.

Me fije discretamente en lo que hacían los japoneses recién llegados. Me senté en un banco de madera junto a unos grifos y allí me lave el pelo, me enjaboné de arriba abajo y una vez limpio y sin rastro de suciedad ni jabón, me sumergí en esa bañera gigante con agua caliente.

Yo era el único que estaba solo allí dentro. El resto de hombres del recinto iban en grupo o de dos en dos. Metidos en el agua charlaban o reían. Y yo con mi desnudez allí solo sin saber muy bien que hacer. Hasta que la temperatura del agua empezó a relajarme y me atreví a nadar un poco dejando atrás la parte cerrada del onsen para salir al exterior. Un lugar rodeado de vegetación y ajeno al mundo que había tras ella.

Pasé allí metido algo más de media hora y os aseguro que la sensación es de relax absoluto. Fue un baño super placentero, que a pesar de la tensión inicial por la desnudez, disfruté y no me importaría volver a repetir.

Si os animáis a probar esta experiencia tan japonesa tomad nota:

*No llevéis bañador ni se os ocurra meteros con alguna prenda de ropa en el onsen.7
*Recordad que hay que lavarse bien antes de meterse al agua.
*Muchos onsen (como el del hotel del que os hablo) ponen a disposición de los clientes desde toallas a jabón e incluso cuchillas para afeitarse después del baño.
*Relajaros y disfrutad, olvidaros de la desnudez y veréis que baño más increíble.
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Información Bañarse en un onsen