ANADEL
Tuvimos suerte en encontrarlo, ya que llovía
La gente se retira pronto por la noche a sus casas, la calle estaba vacía y no era tarde.
Está en una calle que comunica la plaza de San Francisco con la catedral, y tras sus cristaleras vimos el pequeño local concurrido por vecinos de la zona, familias, y gente sola cenando.
Pedimos un queso delicioso que tenía nuestro vecino de mesa sobre la mesa, los quesos en estas islas son increíbles, y pescado de segundo.
Hay la suerte de que tanto la carne de ternera como los pescados también aquí los hay insuperables.
El plato resultó apetecible, y los postres caseros casi
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