Historia hecha piedra y...un caimán.
Quizá sean dos de los elementos que configuren la personalidad de esta tierra seca, árida en gente, no por ánimo y simpatía, sino por escasez y emigración.
La que durante mucho tiempo fue villa de paso obligado para mercaderes y comerciantes en su camino a Soria, feudo del Señor de Vivar, que la conquistó a los árabes, crisol de culturas y creencias, como lo demuestran las pocas huellas que quedan de su judería, finalmente recuperó parte de su esplendor tras pasar a ser patrimonio de los Duques de Frías.
Entramos por la puerta de la Hilera a este conjunto de pequeñas y grandes riquezas que ni siquiera el benéfico y famoso " lagarto de Berlanga" pudo proteger del abandono de muchas familias que decidían abandonarlo en busca de un mejor futuro.