Fernando Almenar
Café, leche y bolsa.
Lo primero que nos apetece nada más levantarnos de la cama es tomarnos un buen café con leche.
Decidimos dar una vuelta por el pueblo. Como no encontramos a esas horas otro lugar abierto, nos vamos a la misma bodega en la cual tomamos café con leche ayer. La bodega de la halle, en el centro, con vistas al techado de la plaza principal. Es un nuevo negocio.
Pedimos café con leche mientras nos desperezamos. Ya sabemos que no está bien hacerlo en la mesa, pero no nos ve nadie.
Nos trae el camarero el café con leche.
-¿Cuanto es?
-¿Uno ochenta? -me responde. Le doy dos euros.
Desde ayer por la tarde este café con leche ha subido cincuenta céntimos.
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