El pueblo que da nombre al lago
Fuimos a Suiza en Semana Santa, a pesar de que todo el mundo nos aconsejaba el invierno, para esquiar, o el verano para hacer monte. Incluso la web oficial de turismo informa de manera diferenciada sobre opciones para verano o para invierno, como si no existiera la primavera o el otoño. Pero para conocer un lugar, cualquier momento es bueno, aunque la luz, los colores... sean diferentes. Pero ir fuera de temporada también tiene la ventaja de que no hay masificación. De modo que conocimos Brienz sin nieve pero sin sol y, sobre todo, sin gente, a pesar de ser un pueblo de visita obligada por sus casas de madera a ambos lados de la Bruhngasse, la mayoría del siglo XVIII, bellamente adornadas por tallas de madera.