Carlos Cuasante
Un sitio genial para desconectar de todo
Bajar por los escarpados acantilados del Cabo de Ajo, pasada la verja que rodea el Faro, genera una sensación de libertad espectacular.
Cuando llegas al rompiente que se introduce en el mar y te sientas a contemplar la rabia del Cantábrico, puedes llegar a un estado hipnótico que te abstrae de todas tus preocupaciones mundanas y fascina en igual medida.
Allí el tiempo se detiene y aunque sea una expresión muy manida, lo mejor es ir allir y experimentarlo por uno mismo. Un sitio genial para desconectar de todo.