Cafayate

Para describir Cafayate voy a hacer mías las palabras que Juan José Zelaya publicara en su libro “Raudal de emociones” en 1938 al hacer referencia en sus recuerdos a sus experiencias en la Salta de su época.

“Este atrayente pueblo serrano tiene su horizonte limitado por los cordones de sierras que suben de territorio vecino por el lado Sur. El río Guachipas le da sus aguas al pasar dejando fertilizadas sus tierras y abrevados sus ganados.

Milenarios cerros custodian el bondadoso tesoro espiritual de sus moradores, y la naturaleza expande una romántica serenidad, contagiosa al alma del viajero que allí descarga sus maletas buscando un poco de reposo espiritual, y con ese ánimo, ávido de quietud para el espíritu, arribé un día hasta la hondura del valle, recibiendo enseguida el generoso obsequio de un paisaje propicio a la contemplación admirativa.

Ahí viví un rato, y desde que me fui me quedo deseando volver por lo menos un rato a admirar otra vez el campo salvaje del Norte de Argentina, en Salta, y otra vez ir por la Ruta 0 desde Cafayate hasta su cabo en Iruya, pasando por Humahuaca.

Cafayate tiene montañas "arcoiris", viñas instaladas a más de 2500m de altura y dunas de arena perfectas para olvidar un momento que el resto del mundo existe.

Una vida de culturas mezcladas, perros callejeros, "submarinos" argentinos y hornos solares atresanales. Una vida todavía harmonosia a lo largo de la carretera 0 que nos lleva al norte, a Humahuaca.

Cafayate es una comarca con una historia de largo recorrido, ya existen asentamientos indígenas de 900 años de antigüeda; en 1400 llegaron los incas desde Perú, y en 1535 arribaron los españoles, que entraron por la quebrada de Humahuaca.

Cafayate es el centro vital de los valles calchaquíes de Salta, y después de Mendoza es la región productora de mejores vinos de Argentina, enel que destaca el Torrontés, con cepas de origen español.

Hace algunos años conocí Cafayate y puedo afirmar que es una ciudad encantadora en todo sentido, en donde se respira paz y tranquilidad. Ella está rodeada por los maravillosos Valles Calchaquies, formaciones rocosas que deslumbran a cualquier visitante. Pero además, y no es un dato menor, se come por lejos, la mejor comida de todo el norte. La humita, el locro y las empanadas son espectaculares. Para los amantes del vino, es la ciudad ideal, porque en ella se hace el mejor vino torrontés de la Argentina y hasta se consiguen helados de vino.