Marta Pilar
¡Nunca viene mal un café!
Había ido de paseo por Copacabana y luego de haber recorrido diferentes Centro Comerciales muy interesantes y cruzado a la playa para mirar el mar, decidí volver sobre mis pasos y sentarme en esta más que atractiva y encantadora cafetería la que si bien tenía una mesa desocupada en la terraza, estaba un tanto fresco y decidí ingresar.
Como en planta baja estaba todo cubierto, no sólo con sus mesas ocupadas sino también con las heladeras exhibidoras de dulces y salados, subí hacía un espació más pequeño que forma el balcón de la escalera y pedí un café con leche en jarrita con una medialuna con jamón y venía acompañado de con un Petit fours (pequeña galletita dulce).
El local tiene mesitas de madera no demasiado grandes con dos sillas esterilladas cada una y pisos cubiertos con antiguas baldosas, De las dos arañas una eran del tipo de las de Murano, totalmente de hierro con globos de opalina blancos y de sus brazos colgaban racimos de uvas de cristal de diferentes colores. La otra Otra sobre el salón de abajo, era del mismo material pero con incrustaciones de madera formado guías florales.
De un lado está la cafetería con sus máquinas de café exprés y la heladera completamente cubierta de diferentes tortas o porciones de ellas. La otra destinada a salados y comida ubicada del otro lado, tenía de todo lo que pudiese ocurrírsete además de las maquinas para preparar jugos.
El lugar es acogedor, el café de primera, está muy bien atendido y ubicado. Se pueden realizar compras vía internet y tiene servicio de Delivery.
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