Santiago Casal Quintáns
Situada en el Golfo Ártabro, al pie de los faros de Mera enfrentados a la Torre de Hércules
Un lugar donde el tiempo se recrea para dibujar con mimo un paisaje amigable, con el mar entregándose plácido después del choque con los farallones y la isla de Monte Meán, para formar una lengua de arena fina entre moles de granito, al abrigo de todos los vientos y con la vegetación adornando hasta los ribetes de las laderas que la contienen y albergan. Sus aguas son paraíso para los buceadores. Aquí tocó tierra, después de nadar durante horas, el práctico del puerto de A Coruña, al que perseguía el gasoil en llamas derramado por el petrolero Urquiola aquel fatídico doce de mayo de 1976.
La
Cala de Canabal, junto con el Monumento Natural de Seixo Branco, los faros de Mera, o la laguna de aguas mixtas que en la misma localidad es reserva de aves, forman parte de los muchos atractivos naturales de un territorio que, contiguo a la metrópoli, ha sabido resistirse a la presión demográfica y a las tensiones especulativas para llegar al presente como un paraíso, un lugar singular y distinto también por lo acogedor de sus gentes y la riqueza de sus manifestaciones culturales, incluyendo, claro está, una gastronomía excelsa.
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