Para los que vivimos en una gran metrópoli, el callejear en época invernal por este pueblo lleno de paz, de tranquilidad y de sosiego, es insuflar al cuerpo y a la mente una sensación muy placentera. El único "pero" son sus cuestas, que hay que estar con un nivel aceptable de entrenamiento para no ir con la lengua fuera.
Altea es uno de los pueblos de la Costa Blanca que ha logrado mantener el atractivo de un pueblo pesquero Mediterráneo. Callejear por su casco antiguo es una gozada, las calles son empedradas y empinadas, las casas son de un blanco mediterráneo inmaculado, y los miradores nos ofrecen increíbles lugares de descanso. La mayor parte de los portales y ventanas de las casas están adornados con Jazmín, Geranios y Bougainvillea, plantas muy características de pueblos mediterráneos.
Los restaurantes y bares del Casco Antiguo han sabido mantener también su encanto; la mayor parte son casas típicas reformadas
Seguramente no soy objetivo ya que he pasado allí muchos ratos de mi vida. Pero, intentándolo, no puedo evitar decir que estas calles son, sin duda, mis calles favoritas. Esas calles blancas que confluyen en la Plaza de la Iglesia asombran siempre al viajero, acostumbrado a otro tipo de edificación en zonas de playa.
Pisar esas calles es darse cuenta de que Altea es diferente. Que es otro tipo de pueblo. Que no es costa. Que es otra cosa. Que es mucho más. Esas calles son las que otorgan a este pueblo bohemio, de artistas, un estatus diferente y que atrapan al visitante para siempre. De día, sombreadas, refrescan.
Con su mercado artesanal en la plaza, sus músicos arropando a los visitantes y algún que otro bohemio desarrollándose. Muchos lugares recomendables donde poder cenar y tomarte algún que otro helado curioso y artesanal, copas. Y muchas tiendas de ropa, regalos artesanales y detalles que cierran tarde para que te puedas perder y disfrutar del encanto de sus calles. La foto en el mirador tampoco puedes perdértela. En fin, que yo todos o casi todos los años me regalo esta escapadica.
Calle empedrada del casco antiguo de Altea. En verano tiene un gran ambiente y en invierno sigue teniendo un encanto especial para pasear.
A la calle se accede pasando por debajo de un arco que da a una plaza donde hay diversos restaurantes y sube hasta una plaza donde está la iglesia . Eso sí, parando en todas las tiendecitas que hay a uno y otro lado y llegando hasta el mirador desde donde se ve el puerto de Altea y unas vistas maravillosas
Vistas al Mediterráneo, espectacular, calles de escaleras y su pueblo blanco muy bonito para pasar unos días de relax.
Ideal para pasar un domingo tranquilito, dejándote llevar por sus empedradas calles, disfrutando de los aromas florales y el colorido con el que estas engalanan las fachadas y el entorno .
Disfrutar también de los pequeños miradores que estratégicamente situados nos asoman al Mediterráneo, regalándonos las mejores vistas de la ciudad.
Es muy fácil contagiarse del ambiente bohemio que se respira entre sus empinadas calles, y nos permite disfrutar de artesanía, pintura, música etc...
Por ultimo recomendaría una romántica cena, en cualquiera de los restaurantes que se esconden a la vuelta
Me sorprendió maravillosamente es en realidad un balcón al Mediterráneo, imperdible, no por nada la llaman la Mykonos del España.
Genial, simplemente un sitio espectacular, parece que estás en otro mundo, un ambiente estupendo y todo muy bonito
El casco antiguo de Altea es una auténtica joya en la que encontrar preciosos rincones para tomar algo y relajarse.
Altea, ese lugar cuyo casco antiguo está repleto de tiendas con un "Hippie" en sus carteles y las casas son como esas calles griegas que aparecen en los programas de la tele.
