Calles de Bratislava

El tamaño de la ciudad de Bratislava la hacen perfecta para conocer a pie en muy poco tiempo. En un día, uno podrá haber recorrido la mayoría de sus calles, todas distintas. Por toda la ciudad surgen pequeñas callejuelas que dan a otras más grandes y se vuelven a perder. Son calles antiguas, clásicas, algunas de suelo empedrado y otras algo más remodeladas. Muchas son estrechas y otras muy anchas. Pero con ellas se mezclan las modernas calles y avenidas, con los tranvías pasando junto a los coches. Por las calles hay infinidad de estatuas pintorescas, como un fotógrafo, un obrero mirón, un niño jugando... Cada una de ellas es como un obra de arte, con sus edificios únicos y de diferentes colores, que los días nevados adquieren otro color especial.

No es fácil perderse por las calles de Bratislava. Son anchas, sin muchos recovecos ni pasadizos, elegantes, llenas de pequeñas sorpresas en cada esquina. Baste señalar la inusitada presencia de las esculturas que se han convertido en uno de los atractivos de la ciudad, o la manera en que han rehabilitado los abundantes edificios barrocos y neoclásicos que forman el corazón de la ciudad. Por cualquier parte parece respirarse la historia, la cultura y sobre todo la música, de la que son tan amantes los eslovacos.
Si es cierto que todavía hay construcciones que necesitan un urgentísimo batallón de obreros y restauradores que los salven de la ruina inminente, pero creo que van por buen camino, sin duda, ya que Bratislava está a la altura de cualquier ciudad europea. Seguro que el problema, como en todas partes, será el dinero..