Sevillana y gaditana
Porque está casi en el límite, entre Sevilla y Cádiz, entre el mar y el río, entre los olivares y el salitre.
Lebrija se levanta en una fértil campiña, igual de fértil que la mente de sus ciudadanos ilustres, como el humanista Antonio de Nebrija, cronista de los Reyes Católicos.
Bien es cierto que la ciudad, desde siempre ha sabido fomentar el arte en sus más diversas manifestaciones lo que la convierten en tierra del buen cante jondo y madre del afamado teatro lebrijano.
El punto de origen de la ciudad se encuentra, como en otras tantas ciudades de la geografía española, en un cerro cercano que conserva los restos de un fuerte castillo, marcado por el paso militar de romanos y árabes. Como también es habitual, a los pies de la fortaleza fue extendiéndose poco a poco el caserío.