Arterias de Hispalis
No es fácil hablar de las calles de Sevilla, sin duda de las más bellas del mundo, no sólo por su arquitectura, que mezcla mil estilos y colores distintos, por las beatas que las pasearon y por los miles de estudiantes que diariamente las pasean en busca de 'fiesta', sino también por tener vida propia, por llamarse Sierpes o Curtidurías, Betis o Colón.
A pesar de las grandes transformaciones que ha sufrido Sevilla en los últimos tiempos, sobre todo con motivo de la Exposición Universal, sus calles siguen teniendo esas tiendas añejas, pintorescas y de gran sabor, almacenes reformados y adaptados a las últimas exigencias del mercado pero sin perder ese sabor propio.
Sevilla es una ciudad antigua y moderna a la vez, cerrada y cruzada por amplias avenidas de gran afluencia de tráfico, como Delicias o Constitución, en las que se conservan intactos el abigarramiento y el barroquismo que la hicieron famosa desde épocas lejanas. Nuestra cabeza tendrá que acostumbrarse a subir y bajar constantemente y nuestra boca a permanecer abierta en un constante gesto de asombro, tal es el incalculable número de monumentos y lugares de interés que ha ido acumulando a lo largo de la historia.
Lo inmaterial también forma parte de la esencia, como encontrarse en la calle el fervor con el que los Trianeros reciben un nuevo trono para su virgen y verla unos días después reinando sobre él.
Pero sobre todo hay que mantener los cinco sentidos alerta, o dejar que ellos mismos lo hagan, ya que por cualquier lado, desde cualquier esquina, nos asaltan visiones, sonidos, olores, sabores y texturas que parecen nuevos pero que son la esencia centenaria de Hispalis.


