Candelario

Este cuidado y precioso pueblo lo encontramos al sur de la provincia de Salamanca; declarado en 1975 como Conjunto Histórico Artístico, ofrece a los visitantes un lugar donde pasar sus horas rodeados de un paisaje increíblemente cuidado, digno de visitar.

Para visitarlo podemos dejar el coche aparcado en las inmediaciones del pueblo, en el aparcamiento público y gratuito debidamente señalizado.

Las calles de Candelario son empinadas, repletas de fuentes, son calles empedradas que nos conducen esquina tras esquina por estrechas callejuelas, encorsetadas por casas de no más de 3 pisos, con techos y puertas de madera. Algo curioso que se observa en las viviendas son unas medias puertas externas, colocadas enfrente de la entrada a la casa, que reciben el nombre de batipuertas, hay quien dice que son para que en Invierno la nieve no entre en las casas; pero conociendo la tradición chacinera del pueblo, la teoría que coge más fuerza es la que dice que las batipuertas servían para trabajar con la luz del día y a la vez evitar que entraran los animales atraídos por los olores del embutido.

Es un pueblo de montaña que conserva todavía su tipismo, aunque tiene mucho turismo no llega a estar tan masificado como por ejemplo La Alberca. Muchas de las construcciones todavía conservan su estructura original, de tres pisos, en el último de los cuales estaba el desván en el que, con el humo de la madera de castaño se curaba la matanza. En la arquitectura de Candelario hay dos elementos muy originales. El primero son las BATIPUERTAS, que existen en la entrada de casi todas las viviendas, sobre su origen hay distintas teorías: la de evitar la entrada de la nieve en las casas, otra es que permitían la entrada de luz para poder trabajar pero no la entrada de animales que iban a la caza de los productos de matanza y el segundo son las llamadas REGADERAS, son como canalillos a los lados o en el centro de las calles, servían para cuando se hacía la matanza (desde el 1 de noviembre al 2 de febrero, fiesta de la Candelaria), mantener limpias las calles, eliminando los restos de quemar la piel del cerdo.

Comienzo con la recomendación de este pueblo de Candelario, un bonito y típico pueblo de montaña, que conserva ese encanto particular que le permite ser recomendado.

Un recorrido por nuestra tierra con la idea de llegar al Valle del Jerte, ¡en plena explosión de su magnifica floración! tendremos suerte.

Pues bien se trata de un recorrido fascinante en familia o con quien uno quiera o pueda ir, que no tiene desperdicio, vayas donde vayas merece la pena.

Así fue nuestro itinerario con mi gran amiga, mi gran tesoro ¡Mi Madre!

Ya la primera impresión de lejos, sorprende por la arquitectura típica del lugar, de sus calles y edificios con siglos de historia. Sus casas de varias alturas, termina como en mi tierra antiguamente con el desván, en donde se curan con el humo de la madera del castaño, la matanza del cerdo.