Pequeño, pero fascinante
La primera visita que hicimos al llegar a Nueva Zelanda, después de recoger nuestra autocaravana y ya empezando el periplo en la Isla Sur, fue este pequeño pero completísimo museo, de las pocas joyas arquitectónicas que quedaron en Christchurch después de los seísmos de esta década.
Por fuera el edificio tiene el atractivo de aquellas construcciones victorianas que en su momento fueron orgullo de la ciudad y que hoy recuerdan que la Ciudad Jardín era la población más hermosa del país.
Entramos al museo bastante justos de tiempo, y fue nuestra primera lección: en Nueva Zelanda se hacen un lío con el cambio de horario de invierno a verano, y lo aplican a su conveniencia. Resumiendo, todo cierra a las 17.30.