SerViajera
Refugios en el bosque
En este lejano paraíso mozambicano llamado Machangulo conviven una Naturaleza desbordante y virgen con la triste pobreza de sus habitantes. Como comenté, Santa María es el único pueblo de la península; el resto de los nativos vive disperso en caseríos conformados por unas pocas chozas, sin agua corriente ni electricidad. Andando por el bosque son pocos los signos de vida humana. A veces se ven mujeres quemando vegetación para sembrar una huerta, o en algún cruce de camino aparece un insólito chiringuito cerrado a cal y canto, construido con la loca esperanza de que alguien pasaría por allí y compraría algo.
En medio de tanta soledad y silencio resulta realmente entrañable descubrir una humilde capilla. Los nativos profesan el animismo, aunque de alguna manera lo comparten con el cristianismo. Estas pequeñas iglesias, usadas sólo cuando algún cura visita la zona, están en rincones muy visibles y altos, rodeadas de pasto. Son construcciones de paja y maderas, tienen el suelo de tierra y bancos hechos con troncos. El aire entra sin más, ya que no tienen ventanas ni puertas. Tampoco poseen adornos, ni imágenes, ni siquiera una cruz. Aún así, resultan tremendamente sugestivas.
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