Un local para volver
Estuvimos pasando unos días en Santander y la última noche encontramos este local. Lo primero que nos llamó la atención fue su decoración, es como viajar en el tiempo una bodega de principios del siglo pasado, muy chula. Nos coincidió con una actuación de Jazz en directo, impresionante, muy buenos músicos. Y le cena espectacular; pedimos una ensalada de Ventresca en aceite deliciosa y unos champiñones al ajillo muy buenos. El trato muy agradable.
Nos encantó. Volveremos.