Un mártir de la libertad
Miguel Servet, uno de los personajes más apasionantes de la Europa del siglo XVI, nació en esta casa de la pequeña localidad de Villanueva de Sijena. Su peripecia vital, desde el punto de vista de sus contemporáneos, es la de un hereje perseguido por todos, aunque en realidad Servet es simplemente un hombre que reclama su derecho a pensar por su cuenta y respeta el de los demás a hacer lo mismo. Precisamente por eso, por atreverse a decir en voz alta y escribir lo que pensaba al respecto de temas tan espinosos como la Santísima Trinidad o la virginidad de María, entre muchos otros, tuvo que pasar una gran parte de su vida escondido bajo un pseudónimo. Finalmente fueron los calvinistas los que le cogieron y le quemaron en Ginebra, pero por toda Europa hubiera habido voluntarios para encender la hoguera de un hombre que si por algo destacó fue por su honradez y coherencia. Al poco de su muerte Sebastián Castellio escribía: «Matar a un hombre no es defender una doctrina, es matar a un hombre. Cuando los ginebrinos ejecutaron a Servet, no defendieron una doctrina, mataron a un ser humano; no se hace profesión de fe quemando a un hombre, sino haciéndose quemar por ella», escribió. «Buscar y decir la verdad, tal y como se piensa, no puede ser nunca un delito. A nadie se le debe obligar a creer. La conciencia es libre», añadió. Si queréis saber más sobre él, entrad en 'https://bit.ly/m9elnv'
