Preciosa
Pues es un lugar encantador, con sabor, y para recomendar. Aparcamos en la acera frente a la puerta, y el anfitrión, español por cierto, bajó a recibirnos y a mostrarnos con orgullo su hotel y residencia, herencia recibida por su mujer.
La casa es magnífica, de estilo colonial y del XVIII, con un recoleto jardín con su estanque, y árboles centenarios, pero con la pega de que su ubicación podría haber sido más bonita, quedó encajada entre dos calles, aunque el mar está a poca distancia.
Se nos adjudicó una habitación-suite en la planta baja, con acceso al jardín, y por otra puerta al floreado patio del acceso principal. La habitación era algo oscura, pero con mucha atención puesta en el detalle, amplitud, y tenía también cierto atractivo eso de abrir la puerta antigua a ese entorno de verdes intensos.