Tras el hueco donde se hallaba la...
Tras el hueco donde se hallaba la Puerta de Sevilla, junto a la Alameda Cristina, hay una pequeña plaza que corresponde al patio de armas que protegía la principal entrada medieval a la ciudadela amurallada de Jerez de la Frontera. Esta ciudad tiene un rico patrimonio monumental debido a que en ella se asentaron muchos de los nobles de Alfonso X el Sabio. Por ello a lo largo de sus calles céntricas existen muchas casas-palacios.
La primera de estas Casas-Palacios, al entrar en la ciudadela, es la llamada de Petra de la Riva.
A lo largo de su historia ha acogido a distintas familias. La última reconocida es la de Diego López de Morla, nombrado capitán de infantería en el asedio de Cádiz y tras la guerra convertido en conde de Villacreces en 1815. Personaje vital de la historia de Jerez en 1834, junto con el alcalde Rafael Rivero de la Tixera, creó el Monte de Piedad, ahora llamado Cajasol, primera caja de ahorros española.
Pero el palacete se llama ahora de otra manera. Porque está habitado por los Domecq, fundadores de la primera empresa bodeguera del Sherry y la familia con más poder en el Jerez del siglo XX. Quienes ahora viven dentro del primer palacio jerezano son los nieto de Petra de la Riva y González de Tagle, casada en 1870 con José de Domecq y Núñez de Villavicencio y conocida como su viuda desde 1922.
A los tres años de enviudar encargó a Francisco Hernández Rubio y Gómez que restaurara el edificio. El arquitecto fue cuidadoso respetando el estilo artístico de la fachada donde sólo retocó un par de puntos, convirtió el arco de medio punto de la entrada en adintelado y colocó un entablamento para reforzar el balcón señorial.
Así la Casa-Palacio ha llegado a nuestros días con la fisonomía adquirida en tiempos del conde de Villacreces. Un estilo historicista reflejado en un neoclasicismo de corte bastante purista, como estuvo de moda a finales del siglo XIX.
Planta rectangular con patio central con una curiosa disposición de la arcada de medio punto sólo a la derecha del mismo, lo que fue imitado por otros palacios jerezanos convirtiéndose en característica local.
Dos plantas con huecos proporcionados y simétricos, los superiores bajo frontones triangulares, los inferiores con rejería con motivos vegetales.
Entrada ahora adintelada entre columnas jónicas, bajo un balcón señorial rematado por el escudo de la familia Domecq. A modo de concesión al neoclasicismo dos soldados alegóricos representando las virtudes militares del conde de Villacreces. El resto de los huecos superiores son balcones señoriales secundarios. En la parte superior una cornisa con una serie de jarrones con ménsulas en forma de cabezas de animales.
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