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La ciudad de Frías está ubicada en pleno valle del Ebro en las proximidades de los montes Obarenses y una buena parte de su arquitectura se alza sobre un peñasco de Toba.
En la vertiente meridional del cerro las casas de toba y madera cuelgan literalmente sobre el precipicio desafiando al abismo que se abre entre ellas y los acantilados del barranco del Molinar.
La roca de la ladera del cerro, la toba, la piedra y el entramado de madera de las casas se funden en la abrupta pendiente de la Muela para crear una fortaleza defendida por una muralla natural prácticamente inexpugnable.
Como dato curioso me gustaría señalar como las paredes interiores de algunas casas están labradas en la propia roca en lo que supone una adaptación sin precedentes a la orografía del terreno y al escaso espacio disponible para levantar estas edificaciones.
