Lo verdaderamente imprescindible de este pueblo
Castellar de la Frontera es un pueblo que destaca, sin lugar a dudas, por su pequeña ciudad amurallada o fortificada. El pueblo en sí, está prácticamente a la altura del mar, se fundó en los años 60 y no tiene ningún valor (de hecho es feote).
Subiendo la carretera que conduce desde el pueblo al castillo (está decentemente indicado), empieza lo bueno: una especie de pueblo blanco dentro de un castillo en lo alto de una montaña desde la que se divisa todo el Campo de Gibraltar (nombre de esta comar). El pueblo en cuestión está repleto de pequeñísimas casas rurales identificadas por número en lugar de por nombre, tienditas hippies con encanto y un hotel de 3 estrellas con una terraza y unas acotaciones con vistas, espectaculares. Además, hay una peña flamenca y un restaurante carete pero con muy buena pinta.
Lo que más me sorprendió es lo vacío que estaba. La crisis, supongo... Y lo que más me gustó es el encanto y el gusto con el que está cuidado.
Amurallado, con su bonito castillo y con unos atardeceres increíbles. Está repleto de casitas rurales perfectas para pasar unos días alejado del mundo. Además, si eres amante de la artesanía hippie, este es tu sitio.


