Tras siglos de olvido Francisco I en el...
Tras siglos de olvido Francisco I en el siglo XVI decidió hacer de Fontainebleau un palacio suntuoso y magnífico. Francisco I fue el clásico caballero del Renacimiento, guerrero (es conocida su rivalidad con el rey de España Carlos V) y al mismo tiempo entusiasta de las artes y las letras. Fontainebleau, gracias a Francisco I, se convirtió en una lujosa residencia real. Se construyeron hermosos edificios en torno al Patio Oval y al Patio de la Fuente y, sobre todo, una extraordinaria galería con bellísima decoración pictórica, con bustos del rey y sus sellos de relieve en madera, que es de lo mejorcito del Palacio y del Renacimiento en general.
El Emperador Napoleón Bonaparte comenzó a transformar el Château de Fontainebleau en un símbolo de su grandeza, como una alternativa al Palacio de Versalles que tenía connotación borbónicas. En Fontainebleau, Napoleón I de Francia firmó su abdicación, con el Tratado de Fontainebleau. Se despidió de su Vieja Guardia y partió al exilio (típica escena protagonizada en las escaleras principales exteriores del Palacio). Con modificaciones en la estructura del palacio, incluyendo la entrada suficientemente ancha para su carruaje, Napoleón ayudó a hacer del palacio el lugar que los visitantes conocen actualmente.
Una de las visitas es a las estancias de Napoleón. Su estudio, el baño, dormitorios, sala del Emperador, etc.
No muy lejos de París, en plena Isla de Francia se alza un palacio que fue descrito por Napoleón como "Obra de siglos, morada de reyes": Fontainebleau. Sus orígenes hay que buscarlos en una modesta residencia real construida en el siglo XII por Luis VIII, y de la que no queda ninguna huella; sólo sabemos que fue este rey el que eligió este bello lugar para construirla. Con el paso del tiempo, Fontainebleau llegó a ser uno de los más suntuosos conjuntos arquitectónicos de Francia. Durante siete siglos los reyes franceses construyeron pabellones, galerías, escalinatas y jardines hasta convertirlo en un gran palacio en el que no sólo se puede estudiar la evolución del arte francés a lo largo del tiempo, sino rememorar la historia de Francia desde los siglos medievales hasta la corte de Napoleón.
Nosotros llegamos de noche con autocaravana y dormimos en el parking frente al Palacio. A primera hora tuvimos el placer de visitarlo solos, aunque me dá la sensación de que no es un palacio muy concurrido, ni de lejos como Versalles. Sin embargo no sé si por ese motivo o por la propia majestuosidad del Palacio, tengo un recuerdo muy grato de esta visita.
Y evidentemente, aunque vuestro presupuesto sea ajustado, no hay que ceñirse a una visita de los jardines y exteriores, si no se visita el palacio por dentro no has visto Fontainebleau.
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