Castillo de San Miguel
De pequeño pasaba los veranos en la casa de mis primos de Garachico e iba al Caletón a bañarme. Recuerdo que se contaban historias de gente que se había lanzado desde lo alto de las rocas y había sufrido accidentes. Así que me bañaba, pero poco.
Prefería mirar el castillo y dejar volar mi imaginación. Piratas que atacaban la fortaleza, barcos que intentaban sitiarla, el volcán que sepultó la ciudad, pero que lo respetó, como a un amigo, por saber que como él está construido de lava y coral, negro e imponente.
Es un espectáculo impresionante los días de mar brava, ir al mirador y ver como