La montaña que hierve
Infinidad de vaporosos respiraderos, cráteres, lagos de un azul imposible y un paisaje distinto y sobrecogedor nos reciben en Krafla.
La zona recibe el nombre por el volcán de 818 metros de altura que domina el paisaje, y al que se accede por una cómoda carretera que nos deja en la misma cumbre, donde soplan vientos helados que azotan nuestra cara y nos hacen tomar un par de fotos a toda velocidad para meternos de nuevo en el coche. Aún así vale la pena subir hasta arriba para admirar el volcán lleno de un agua de color turquesa que contrasta con las paredes de infinidad de tonos de ocre.