La gloria
Siempre me planteo si recomendar este sitio o no por miedo a que sufra ese fenómeno que acaba con todo: ponerse de moda, masificarse, bajar su calidad y subir su precio. Pero supongo que si, llevando abierto tantos años como lleva, no es popular ni sale en las listas de éxitos gastronómicas de Madrid, no tendría por qué.
El Chesscafé es un clásico, pero más para los que vivimos por la zona que para el resto del mundo. De hecho, creo que una de las claves de su bendito no-éxito es no estar en Chueca, Malasaña o cualquier barrio molón del centro, sino en Acacias: pura zona residencial. Y eso que en el fondo pilla al lado del Rastro y a bien poco de Atocha.
Todo él tiene un deje estadounidense no buscado que me encanta. Desde el local, decorado con fotos y un mural de Friends, bien puesto pero sin pijadas (en las fotos se ven los servilleteros, de bar castizo de toda la vida), hasta la carta (escrita, por cierto, en Comic Sans). Y he aquí el asunto: la carta. Maravillosa.
Nachos, quesadillas, hamburguesas, sándwiches, smoothies, zumos, ensaladas, batidos, cafés. Previo a toda la tontería de las hamburgueserías rollo americano sixties con sus platos a 15 euros, el Chesscafé es todo eso pero en real. Su carta es, pues eso, muy a la americana, tanto en platos como en cantidades: todo a lo grande y con muchas opciones. Habrá unas doce ensaladas diferentes, hamburguesas con cebolla caramelizada, queso, champiñones y mil cosas más, molletes desde de atún y pimiento hasta de tofu y demás ingredientes vegetarianos, smoothies de mango, naranja, fresa, papaya, etc., cafés, tartas y batidos enormes (el Oreo milkshake es la clave). ¡Es genial! Es variado, con platos señoriales y nada caro. Hoy, por 8,75€, he tomado un sandwich de pavo, queso, tomate y champiñones con patatas y un smoothie grande de mango y plátano. Es uno de los menús que ofrecen, hamburguesa, quesadilla o mollete + patatas + smoothie por ese precio.
Mirad: es lo que le gustaría ser al VIPS pero mil veces mejor tanto en calidad como en precio. También lo que le gustaría ser a muchos sitios bonitos de Malasaña que te atracan la cartera por cuatro hojitas de Florette con balsámico. Es el sitio que saldría en todos los instagrams y tops de restaurantes en Madrid, pero, gracias a dios, no lo hace. Y que siga así por mucho tiempo.


