Panem et circenses
Hasta hace poco más de una década, nadie sabía que la ciudad actual, y la medieval de Tarragona, se había levantado y crecido sobre los restos de un circo romano. Habían hipótesis y teorías, sí, pero nada seguro; hasta que poco a poco ha ido saliendo a la luz todo el sistema de galerías, accesos y gradas de este conjunto arquitectónico que promete sabrosos descubrimientos.
Si lo rodeamos ( lo que me parece más interesante ya que el interior es poco atractivo), veremos cómo la ciudad se fue adaptando a la estructura del circo romano y a partir de él desarrollándose de forma concéntrica, adaptando sus calles al desnivel de la parte del circo por o desde donde partían e incluso absorbiendo como propios los restos de las estructuras romanas e integrándolos en las propias, como algunos bares y restaurantes de la zona.
El circo se utilizó sobre todo para carreras de caballos y la mayor parte de la estructura que aún está sepultada pertenece a la pista de competición por lo que no se sabe la medida real de la estructura, aunque se han hecho cálculos aproximados.
De cualquier manera veo muy difícil que algún día podamos ver la totalidad del circo, porque para ello habría que derribar todas y cada una de las casas que se encuentran construidas sobre él, levantar calles y excavar muy hondo. Cosas de la Historia.


