Un pasado revuelto y un futuro incierto
Es una pena que una ciudad como Saint Tropez, rica y famosa, de la que se habla año tras año, no dedique un poco más de inversión en mantener sus joyas arquitectónicas. La Ciudadela, la vieja fortificación que corona la colina de Saint Tropez, permanece a la espera de que alguien se dedique a invertir en su infraestructura mirando con envidia y desde lo alto a los pulcros y despreocupados decorados del centro de la ciudad.
Ya de por sí la subida llama la atención. Si quieres un poco de aventura y acercarte a las murallas andando, en vez de subir en coche por la carretera asfaltada, la sorpresa son una centena de escalones excavados en la arena y cubiertos con tablas. Tienen su encanto, también, lo reconozco. Arriba sólo nos queda rezar porque sea uno de los días en los que la fortaleza abre a los visitantes. No fue mi caso, por lo que me tuve que limitar a ver el patio de entrada y rodear las murallas para disfrutar de las vistas. Según parece, aunque hubiera estado abierta sólo hubiéramos podido visitar un par de dependencias, ya que las demás están en obras.