Comarca de la luminosa Costa Blanca...
Comarca de la luminosa Costa Blanca alicantina, la Marina Alta tiene su capital en Dénia, una ciudad portuaria donde todavía flota un aire de piratas, marineros de tierras remotas y naos antiguas. Eso se siente a lo largo de su calle costera de Las Marinas y en su puerto, no importa que hoy los barcos que estén atracados en sus muelles sean modernos ferries que hacen la ruta a las Baleares, enormes cruceros o sofisticados veleros.
Imaginar los avatares históricos de Dénia es fácil. Basta mirar la silueta de su imponente castillo de origen musulmán, las medievales torres que protegen la colina donde está emplazado, o la renacentista Torre del Gerro ubicada a los pies del Montgó, cumbre del impresionante macizo del mismo nombre, para entender que sus dos mil años de historia han girado alrededor de su estratégico puerto y del comercio que éste generaba.
Entre Dénia y la turística Jávea se alza un fantástico macizo de roca caliza que se despeña en el mar. Última estribación de la Cordillera Bética, el Montgó, declarado Parque Natural, rompe con la monotonía de la llanura costera y de los bucólicos campos tapizados de almendros, frutales y cerezos. Desde su cumbre, a la que se puede acceder por preciosos senderos de poca dificultad bien señalizados, se vislumbra la silueta de Ibiza en el horizonte difuso, y hacia el sur, otro gran navío de piedra encallado en la arena, también declarado Parque Natural: El Peñón de Ifach. Entre las dos moles, y escondidas entre el cabo de San Antonio, el cabo de San Martín y el de la Nao, es donde la comarca de la Marina Alta tiene sus más bellos puertos, como el de Moraira, y recónditas calas y playas como las de Cap Blanc, Cap l’Advocat, La Granadella y Ambolo.
Para descubrir estos escondidos rincones, hay que conducir lentamente el camino que bordea la costa hacia el cabo de la Nao. Cuevas, acantilados y puntas de roca regalan pequeños paraísos de un mar absolutamente transparente, ideales para nadar y hacer submarinismo. El entorno es espectacular. Es cierto que toda esta zona está muy poblada –especialmente por ingleses y alemanes- pero afortunadamente no se ven grandes urbanizaciones, sino casas bajas, blanquísimas, escondidas entre buganvillas y retamas florecidas. Algunas de ellas, apenas visibles tras altas tapias y sombreados jardines, son de una elegancia exquisita.