Convento de las Hermanas de la Cruz

Es un convento bastante peculiar porque su arquitectura no corresponde a la tipología clásica de estas construcciones, sino a la adaptación de una casona señorial construida en el siglo XVI.

Al morir el alavés Andrés Respaldiza, quien se había instalado en dicha casona como Ayudante Mayor de los voluntarios realistas que lucharon contra el trienio liberal, la Compañía de la Cruz adquirió esta casa con el aval de Francisco Picazo Núñez. Este bienhechor había instalado por su cuenta una fonda para pobres en el carril de San Diego y consiguió traer a la población a los Hermanos de la Salle.

Comprada la casa por la propia santa fundadora de la orden, a los 63 años de edad, en la misma se realizaron las labores mínimas para dedicar todo el esfuerzo a ayudar a los enfermos y huérfanos de Sanlúcar de Barrameda.

De ahí que el edificio aún mantenga el estilo arquitectónico de su construcción, con ligeros añadidos historicistas de finales del siglo XX.

Tiene forma rectangular, con un patio a cielo abierto en el centro que hace las veces de claustro. Dos plantas con tejados a dos aguas. Portada con pilastras y el balcón señorial, posteriormente decorada con algunos azulejos religiosos. Este balcón atípico en un convento fue dubierto por un neobarroco tejaroz. La torre de la esquina, con cubierta a cuatro aguas, se convirtió en campanario sin que su parte superior se modificase y decorase con alicatado sevillano, como es habitual en estos elementos.

La pequeña plaza se ha convertdido en el típico patio exterior de las casas andaluzas, lleno de macetas y con el busto de la fundadora en medio, el patio interior ha adquirido funciones de claustro interno al que dan las distintas dependencias.