Rocio
Un convento entre palmeras
Construido en la segunda mitad del siglo XVII, el Convento y la Iglesia de San Francisco son entonces la sede de una nueva orden religiosa que hace su aparición en la isla: Los Franciscanos. Mucho más sobríos que los jesuitas, los franciscanos rehusaron utilizar sus instalaciones y construyeron su propio templo.
Además de servir como local de culto, el Convento funcionó como Centro de Formación donde los padres enseñaban algunos oficios a la población local.
La iglesia ha sido totalmente restaurada entre 2001-2002 y algunas partes del Convento fueron consolidadas en la misma actuación, como la Capilla de los Templarios, la acequia o los arcos de las celdas de los monjes.
Las obras del Convento parece que comenzaron en 1657. En mayo, ya se habían construido 8 celdas, una casa de enfermería, un corredor de dormitorios y oficinas y el altar, además de haberse iniciado ya las obras de la cocina, del refectorio y de la vedaçao. Parece que la Iglesia, la capilla mayor y la sacristía no se terminaron hasta los años 60, fecha en la cual ya residían los religiosos del Convento. Las dificultades económicas del archipiélago, particularmente graves a partir de la segunda mitad del siglo XVII, comprometerían seriamente la continuidad de las obras.
En 1699 el Culto de Semana Santa fue celebrado en la iglesia del Convento por lo que parece lícito concluir que los trabajos terminaron antes de esa fecha.
Durante mucho tiempo la Iglesia y el convento fueron cobijo de curas de franciscanos, más conocidos como capuchinos. En un principio los franciscanos iban a ocupar las instalaciones jesuíticas pero como el local era poco discreto, optaron por construir un edificio más apartado del centro. Durante un tiempo y bajo su techo funcionó una Escuela de Oficios.
En 1712, el Convento fue atacado y saqueado por los piratas franceses dirigidos por Jacques Cassard. Posteriormente, en 1754, un gran temporal de viento y lluvia arruinó parte de su estructura. Abandonado desde mediados del siglo XIX, ha sido restaurado por el Ministerio de Cultura de Cabo Verde gracias a Cooperación española.
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