playas salvajes
Un buen lugar para saber qué es una playa salvaje, sin nadie a tu alrededor, o tan sólo algún local (en este caso, muy probablemente pigmeos), son las playas del sur de Camerún. En concreto, así son las que se sitúan entre la Rocher du Loup (piedra del lobo, unas rocas frente a la costa que dicen tienen forma de lobo y un valor espiritual-mágico para los pigmeos de la zona), y el pueblo de Ebodje.
Playas de franja estrecha de arena, interrumpidas a veces por rocas que hay que saltar o circundar, barridas constantemente por el bravo Atlántico, se extienden kilómetros y kilómetros por esta costa. Allí desemboca la selva, intrincada como todas las selvas ecuatoriales (no estamos exactamente en el Ecuador, pero sí muy cerca).
Aquí me sentí viva, libre, distinta. El mar es muy fuerte y hay que saber en qué puntos te puedes dar un baño con un mínimo de seguridad y siempre con revolcones... el Paraíso no es del todo perfecto!! (qué aburrido si lo fuera, ¿no?). El sol abrasa nuestras pieles en pocos minutos, no hay que descuidarse... pero afortunadamente están los árboles frondosos que extienden sus ramas quizá buscando el frescor del agua.
Pasear arriba y abajo de la costa es lo mejor que se puede hacer. Por la mañana, por la tarde... no defraudan nunca esos paseos, es tiempo de descanso, de relax, de dejar la cabeza vagar o sencillamente de contemplar.
Venir hasta aquí no es fácil. O tenéis vehículo propio, o contratáis un taxi que os traiga desde Kribi, o tomáis alguno de los minibuses que pasan por esta zona. La carretera (pista bastante arreglada) discurre a unos cientos de metros de la costa, en paralelo. No hay infraestructuras para dormir o comer, aunque podréis si os lleváis material de acampada y víveres. En este caso, deberíais pedir permiso para acampar a la gente que vive allí (no hay muchos espacios disponibles, la selva ocupa buena parte). En Ebodje sí hay algún alojamiento.