La bullente vida de un balneario típico
Desde ya dejo bien en claro que los lugares costeros no son de mi gusto, pero las vacaciones familiares del año pasado tomaron tal rumbo. Siempre con cierto prejuicio, al llegar me encuentro con un lugar no típico para mi, pero con una tradición de temporadas veraniegas y flujo de turistas importantes... merecía de todas maneras darle una vuelta.
El pueblo como tal no reviste mayor interés, es un pueblo típico de costa central chilena, con subidas y poblaciones empinadas en lo alto de sus cerros, con pequeñas caletas pesqueras (curanipe y pelluhue) y una cantidad de servicios si bien no tan considerables, bastante justos. Pero es al caer la noche donde el pueblo cobra vida, al retener a los visitantes que vienen de vuelta de sus playas y sectores aledaños. Típicas son las ferias itinerantes, donde se puede encontrar desde joyería artesanal hasta imitaciones bastante burdas de el hombre araña o batman, también son típicos los puestos de papas fritas y churros, así como también lo son los artesanos que ofrecen sus llaveros marcados a fuego en madera... es eso lo que provoca que sus estrechas calles enmarcadas por casas de adobe cuasi centenarias se vuelvan activas y llenas de vida, que, hospitalaria o no, te invitan a formar parte de esta suerte de gran salón de estar colectivo. Típicas son también las presentaciones culturales o carnavales itinerantes de verano, por lo que podríamos decir que efectivamente si puede ser entretenido ir a conocer un lugar como este.