Y de Fondo, el Mar
El camino que discurre sobre los acantilados entre Sopelana y Punta Galea, en Getxo, es, desde hace mucho tiempo, una especie de refugio para nosotros. Allí acudimos cuando tenemos que desintoxicarnos del día a día, salir de la ciudad, del asfalto, de la contaminación, cuando nuestros ojos se mueven en planos que van mucho más allá de los cincuenta centímetros que nos separan de la pantalla del ordenador.
Recorriendo ese camino, paralelos a un mar que nos llena los sentidos con su olor, su rugido o su calma, el sabor a sal, la humedad, la ausencia de límites... La incertidumbre de lo que esconde en sus profundidades, y de lo que hay más allá, traspasando el horizonte, volvemos nuevamente a la vida, somos nosostros mismos.