luisfernando
Donde se confunde el verde con el azul
Si obligatorio es visitar el Santuario de Sagrado Corazón de Jesús en Viana do Castelo, no es para menos la subida al cimborrio del templo.
La entrada se efectúa por la parte posterior por la puerta del museo. La primera parte se hace mediante ascensor hasta la planta quinta. Una vez allí se baja unos cuantos peldaños y se encuentra una pequeña puerta con un semáforo con un letrero que indica no pasar con la luz en rojo.
La verdad es que al ver esto me quedé un poco perplejo pues de las muchas torres y monumentos que he subido nunca me había topado con nada semejante, sin embargo tiene razón su existencia.
Nada más traspasar el umbral de esta puerta, te encuentras con una escalera de caracol que de sumamente estrecha, impediría el paso a una personal medianamente gruesa. No tienes una barandilla donde agarrarte y lo único que puedes hacer es sujetarte con las paredes. La sensación de claustrofobia puede ser también un impedimento para quienes padezcan de ella.
Una vez termianada esta escalera, e encuentras con una sala y en el medio de la misma otra escalera de caracol, solamente que esta al contrario que la anterior está a vuelo libre y sólo tienes para sujertarte la pequeña barandilla que te acompaña en todo momento.
Todo esto que puede parecer u na pesadlla, al final tiene su recompensa. Cuando llegas al final te encuentras con unas vistas verdaderamente fabulosas. El pueblo de Viana a tus pies con sus puentes sobre el río Lima, la desembocadura del mismo y una playa extensa de color amarillo que indica que la arena tiene que ser finísima, los jardines traseros del monumento y el océano Atlántico con el reflejo del sol sobre sus aguas.
En fin una experiencia que recomiendo aun con sus impedimentos descritos.
Una vez termianada esta escalera, e encuentras con una sala y en el medio de la misma otra escalera de caracol, solamente que esta al contrario que la anterior está a vuelo libre y sólo tienes para sujertarte la pequeña barandilla que te acompaña en todo momento.
Todo esto que puede parecer u na pesadlla, al final tiene su recompensa. Cuando llegas al final te encuentras con unas vistas verdaderamente fabulosas. El pueblo de Viana a tus pies con sus puentes sobre el río Lima, la desembocadura del mismo y una playa extensa de color amarillo que indica que la arena tiene que ser finísima, los jardines traseros del monumento y el océano Atlántico con el reflejo del sol sobre sus aguas.
En fin una experiencia que recomiendo aun con sus impedimentos descritos.
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