Fernando Tisner Mármol
Nochevieja en el Okavango
Como todos los "lodges" (campamentos) de Orient Express, Eagle Island Camp es como sacado de las películas. Al estar dentro del parque nacional y, como su propio nombre indica, en una isla, sólo se puede acceder en avioneta. La aproximación es espectacular, pudiendo apreciar el delta en todo su esplendor.
El campamento en sí es pequeño, como lo suelen ser en esta zona de África, con unas 12 cabañas dobles cada una. Nosotros éramos 4 (padres e hijos) y teníamos dos cabañas una pegada a la otra, ambas con vistas al río que hay delante.El campamento contaba con piscina y todas las facilidades imaginables.
Este campamento es acuático en la jerga, por lo que la mayoría de las actividades están relacionadas con el agua: paseo en "mokoro"(las canoas de los locales) y en lancha así como safaris en todoterreno por las zonas de tierra firme o a pie (espectacular y toda una experiencia teniendo en cuenta que el guía va con un rifle por si te encuentras con algún animal salvaje poco dado a las fotos). También tiene un bonus que no tiene ningún otro campamento de la compañía: el paseo en helicóptero. En nuestro caso venía incluido con el paquete y fue la mejor experiencia con diferencia. AL ir con la puerta abierta (pero agarrados con doble cinturón) pudimos ver desde arriba manadas de elefantes bañarse, zebras, leones y un auténtico festín de animales que, con el helicóptero a una distancia prudencial, continuaban con sus menesteres como si nada.
Sobre el alojamiento en sí, era de auténtico lujo. Y lujo del de verdad, al contrario que muchos hoteles en Europa y Norteamérica que no son más que hoteles de cadena con sobreprecio. Servicio exquisito y siempre atento, servicio de comida/buffet constante (desayuno, media mañana, comida, merienda y cena) para mantener el ritmo de vida algo intenso de los safaris (levantarse a las 6 de la mañana para poder salir pronto a ver animales).
A destacar que había un bar de cocktails algo retirado del campamento general, en una pequeña península, lo que daba la oportunidad de tomarse un buen gintonic con la puesta de sol más espectacular de esta zona del mundo.
La cena de Nochevieja fue especial, pero no hubo mucha celebración. Las otras dos familias en el campamento se fueron antes y nos quedamos nosotros junto a la pareja que lleva el campamento y los empleados a brindar con champán en media noche. Ni qué decir que estaban encantadas de dar con una familia que se quedara a celebrarlo con ellos. Las historias y anécdotas que nos contamos a la lumbre del fuego hicieron de ésta Nochevieja una de las más especiales que hemos pasado.
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