Quietud y tranquilidad inigualables
En plena Serranía de Cuenca, a unos cinco kilómetros de la Ciudad Encantada, nos encontramos con este bello y pequeño pueblo. Aunque los lugareños aseguran que la actividad en el verano se vuelve frenética, aún en primavera se respira un ambiente de quietud y tranquilidad inigualables. El pueblo está rodeado de los riscos propios de la Serranía, además cuenta con un bellísimo estanque en su centro, verdadera estrella del pueblo.
La plaza es un lugar muy agradable donde pasar la sobremesa, a la sombra de los frutales en flor. Si queremos alojarnos aquí, tenemos dos opciones: un hotel-casa rural de buen precio y un albergue-campamento de verano a un precio aún mejor. El pueblo tiene además dos pequeños bares donde es posible comprar vino local y una tienda de comestibles a las orillas del lago.