Roberto Gonzalez
El puente sobre el río Clutha
La enorme, ancha y caudalosa cinta de agua del Clutha, nace en las orillas del lago Wanaka y es un río un poco extraño, porque es el único que en uno de sus tramos está a 12 metros por debajo del nivel del mar, y eso de forma natural, sin ingeniería humana. Lo bautizaron los primeros colonos escoceses como Clutha, en honor al río Clyde ( Clutha en gaélico), en un intento de traer a tierras maoríes una parte de su tierra natal. Nostalgia.
Su extensión es impresionante (340 kilómetros) así como su inmenso caudal ( un 18% menos que el Nilo), y en su tramo final forma un estuario que es actualmente reserva nacional, dada su importancia para la fauna de la zona.
Durante décadas sirvió como autopista fluvial para mantener el flujo normal de mercancías y pasajeros a lo largo de sus tramos navegables. Pero llegó la era moderna y el vapor y el agua fueron sustituidos por la gasolina y el asfalto. Así que tuvieron que construir un puente para poder unir la ribera norte del río, donde se encuentra la ciudad de Balclutha con la sur. Para ello en 1935 se inauguró un puente que debía solventar el problema. Son 244 los metros que cruzan el río, en una preciosa amalgama arquitectónica hecha de acero y hormigón armado, heredero de dos puentes anteriores y de un embarcadero de ferries que transportaban mercancía y personas de un lado al otro del río.
Es una maravilla pasear por la pasarela peatonal del puente y ver las dos perspectivas del río con los enormes arcos sobre nuestras cabezas, y un poco más arriba un puente más estrecho, exclusivo para el tren.
Quien haya tenido la suerte de visitar Edimburgo, notará inevitablemente un flashback con la imagen del impresionante Forth Bridge. Este de Balclutha es más modesto, pero hijo orgulloso de los emprendedores escoceses que lo levantaron hace ya 80 años.
Es una maravilla pasear por la pasarela peatonal del puente y ver las dos perspectivas del río con los enormes arcos sobre nuestras cabezas, y un poco más arriba un puente más estrecho, exclusivo para el tren.
Quien haya tenido la suerte de visitar Edimburgo, notará inevitablemente un flashback con la imagen del impresionante Forth Bridge. Este de Balclutha es más modesto, pero hijo orgulloso de los emprendedores escoceses que lo levantaron hace ya 80 años.
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