Escalera helicoidal - Museos Vaticanos

¿Alguna vez has tenido un sueño donde parece que no te vas a despertar, que te vas a quedar atrapado en él? Pues esta es la sensación que produce la escalera helicoidal que se sitúa al final de la visita de los museos Vaticanos, donde no se vislumbra el final desde arriba por su efecto óptico.

Esta escalera es obra de Donato d’Angelo Bramante, que ha pasado a la posteridad como Bramante y el efecto “infinito” lo consigue gracias a la doble hélice enrollada hacia la derecha. En realidad, cuando nos asomamos a la escalera, si nos fijamos, vemos que en realidad no es una sóla escalera, sino dos enroscadas. Una de ellas es para bajar y otra para subir.

Donato D´Angelo Bramante además de diseñar la nueva Basílica de de San Pedro diseño la escalera de caracol de los Museos Vaticanos que hoy en día sirve para llevar a los visitantes hasta la salida de los Museos.
Está compuesta por unos minúsculos escalones que prácticamente nos dan la sensación de que no existe y que en lugar de ser una escalera es una rampa.

Estas escaleras se encuentran a la salida de los Museos Vaticanos. Aunque no lo parezca son dos escaleras en una. Se compone de dos espirales enroscadas, una para subir y la otra para bajar. Fueron diseñadas por Donato d´Angelo Bramante, más conocido como Bramante. Cuando visitéis este museo no olvidéis esta escalera, a mucha gente le pasa desapercibida porque van en busca de la Capilla Sixtina. Y tampoco os olvideis de mirar hacia arriba desde abajo del todo, es una perspectiva totalmente diferente de la escalera pero no menos atractiva que la vista desde arriba.

Diseñada en 1932 por el italiano Giuseppe Momo, esta escalera ubicada en el interior de los Museos Vaticanos está compuesta por dos espirales diferentes; una de subida para acceder a la exposición, y otra de bajada para salir del museo.

Para los amantes de la fotografía, una foto obligada.

Los museos del Vaticano son dos espacios únicos en el mundo en donde se encuentran algunas de las mejores obras de arte de todos los tiempo, como por ejemplo, la capilla sixtina de Miguel Ángel. Hay tantas y tantas obras que es imposible contemplar todas en profundidad si no contamos con más de 10 años para hacerlo. A mi, por ejemplo, una de las cosas que más me sorprendió cuando realicé la visita es que al final, antes de llegar a la capilla Sixtina, hay que atravesar varias salas en las que hay numerosos cuadros, pero nadie se detiene a contemplarlos, sino que pasa de largo. Pues esos cuadros que nadie contempla son cuadros de Dalí, de Miró, de Picasso,... es increíble pero cierto, es tan grande el patrimonio que se puede contemplar en estos museos que hasta las obras más excepcionales quedan relegadas a un segundo plano.