Faro de Favàritx

El único parque natural de Menorca, muy, muy cerca de Maó, esconde maravillosos paisajes agrícolas y caseríos, restos arqueológicos y lo que nos ocupa en este rincón, un paraje natural espectacular. El cabo que lo alberga, está socavado por una laguna interior que es todo exuberancia y naturaleza viva, por eso, al llegar a la punta donde se ubica el faro quedamos sorprendidos por el cambio de escenario.
Aquí se mastica la soledad sobrecogedora, el sol brilla sobre un suelo de pizarra casi negro y la sensación de aislamiento es casi insoportable.
Si no fuera por la cercanía del mar, podríamos pensar que estamos en otro planeta, en otro universo. Pero no, estamos en lo que se ha dado en llamar el finisterre menorquín, el final de la tierra balear. Caminamos por el sendero que de repente desaparece al entrar al recinto del faro y nos vemos obligados a seguir por la piedra ardiente que conforma el peñasco donde se levanta el complejo.

Es un paisaje precioso que no deberíais perderos si vais a Menorca.

Se encuentra en el cabo de Favaritx, en el parque natural de S'Albufera des Grau. El faro se construyó en 1922. Para hacerlo se aprovechó la roca de la zona, por eso hoy en día aún podemos ver, a escasos metros de él, la cantera que se abrió para construirlo.

Este cabo solitario y agreste donde se nota que la tramontana sopla muhcas veces con fuerza, es uno de los lugares geológicamente más antiguos de la isla.
Por la noche, la luna se refleja en la pizarra, y es precioso. Parece un paisaje lunar.

Para ir tenemos que coger la carretera que va de Mahón a Fornells, saliendo de Mahón, a unos 8 kms encontraremos una desviación a la derecha.

Como un gigante solitario en el espectacular Cabo Favàritx, el Faro de Favàritx parece el centinela del Parque Natural de S'Albufera des Grau, una zona protegida que además del mítico y desolado cabo abarca una serie de lagunas y litoral marítimo donde habitan aves migratorias y valiosas especies animales.

El faro se construyó en 1922 con la roca del lugar y es el sugestivo símbolo del paisaje lunar de esta parte de Menorca.

La isla en el Cabo de Favàritx parece otra. Su paisaje entrañable y amable desaparece aquí, tal vez arrasado por las tempestades que trae el viento Tramontana. Tierra desolada golpeada por las olas, cubierta de pizarras, su aspecto sobrenatural ha hecho que floten a su alrededor varias leyendas e historias. La mejor hora para visitar el cabo es el atardecer, aunque si te encuentras en Menorca justo cuando hay luna llena estás de suerte. El brillo que toman las pizarras bajo su luz es fantástico: Parecen que fueran de plata.

Menorca es uno de mis destinos favoritos y me escapo siempre que puedo. Sin embargo, la casualidad quiso que no fuese al faro de Favàritx hasta mi tercera visita a la isla.

Para entonces la imagen que tenía de Menorca era de campos verdes, bosques de pinos y calas de arena fina y aguas transparentes. Llegar al entorno del faro en un día nublado y de viento rompió todos mis esquemas.

Los alrededores del faro son un paisaje desierto, con mucha roca y poca vegetación. Las olas rompían con fuerza contra las rocas y el mal tiempo hacía que fuésemos los únicos visitando este casi centenario edificio a franjas blancas y azules.